Qué es la Medicina Natural

La Medicina Natural se define como el arte y la ciencia de estimular la fuerza curativa natural para restablecer la salud, utilizando los agentes vitales de la naturaleza. Se centra en el concepto hipocrático de la “Physis” -o fuerza interna- y del principio de que “la naturaleza es la que cura”. Es sorprendente que los médicos hipocráticos entendieran –hace más de 2.500 años y sin los avances científicos que hoy conocemos- que tanto la mantención como la recuperación de la salud, dependen del trabajo de esta fuerza, que tiende invariablemente hacia la armonía o equilibrio en el funcionamiento del cuerpo, de la mente y del espíritu, como planos integrativos e indivisibles de la realidad del ser. 

Esta triple estructuración del hombre y resume las principales necesidades de cada plano, cuya satisfacción plena lleva al equilibrio o normalidad que es la salud. 

Los griegos comprendieron también que el cuerpo, en tanto materia, debía estar en armonía y saludable para conseguir la salud de la mente y del espíritu. Esto explica su famoso aforismo: “Mente sana en cuerpo sano”. Para alcanzar este equilibrio es indispensable llevar un estilo de vida en armonía con las fuerzas ambientales representadas en la Fig.Nº2, de donde provienen los principales estímulos que activan las funciones vitales. Debe quedar claro que el hombre solo se desarrolla y se mantiene sano, en la medida que se integra constantemente a su medio ambiente natural. 

Fig.Nº2: Pilares de la Medicina Natural

La ciencia y el arte de la Medicina Natural buscan siempre reequilibrar los procesos del cuerpo, de la mente y del espíritu, en forma simultánea. Como estos procesos dependen de la energía interna, los médicos naturistas tienen presente que la genuina curación natural es siempre espontánea. Representa un proceso a través del cual, mediante el estímulo de los agentes vitales, todos los mecanismos de la regulación homeostática actúan nuevamente con eficiencia y llevan al organismo a la normalidad.

Tanto el médico como el enfermo deben tener en cuenta que el éxito de un Programa de Tratamiento depende de que se tome en consideración las siguientes condiciones básicas:

1. Que se recurra al tratamiento oportunamente:

A las primeras manifestaciones de enfermedad debe aplicarse el tratamiento integral, sin pérdida de tiempo. Cabe destacar que la eficacia de los agentes naturales será siempre ma- yor en el organismo que conserva su integridad física. La extirpación de uno o más órganos disminuye las posibilidades de una respuesta más efectiva y rápida.

2. Que el tratamiento sea de la intensidad adecuada a cada caso:

Para esto, se debe tener siempre presente la edad, sexo, constitución, estado nutricional, nivel de actividad física, ocupación, etc, del enfermo.

3. Que los procedimientos terapéuticos sean adecuadamente seleccionados y técnicamente bien aplicados y que se consiga el objetivo propuesto al decidir su empleo:

El uso de los agentes naturales es delicado, pues no son específicos, ya que una vez aplicados, no producen necesariamente un efecto específico, sino que la reacción depende de determinadas circunstancias, específicas en cada caso y, desde luego, de factores personales. Por ejemplo, la reacción de calor que produce una frotación de agua fría depende de la cantidad de calor previa del organismo sobre el cual se aplica y de los cuidados posteriores, como ejercicio o abrigo, que se le proporcionen.

4. Que el tratamiento se practique con constancia:

Se debe tener siempre presente que el enfermo requiere un Programa Integral de Salud, que debe aplicarse en forma metódica y perseverante. La reacción estará determinada por el tipo de proceso patológico, atendiendo especialmente a su carácter de agudo, crónico o degenerativo. En términos generales, la recuperación de un cuadro agudo requiere de dos a cuatro semanas. Los cuadros crónicos sobre ocho semanas y los procesos degenerativos, susceptibles de regresión, varios meses, e incluso años. Solo excepcionalmente la terapia natural será sintomática, en aquellos casos en que la intensidad de algunos síntomas, por ejemplo, una diarrea, amenazan seriamente la estabilidad de los signos vitales del enfermo. Pero aún en este caso, junto con modular el síntoma, se corregirán las condiciones de base y las causas del proceso.

5. Que las reacciones del organismo y los efectos del tratamiento se interpreten racionalmente.

Es preciso considerar que el organismo está regido por las leyes de la Naturaleza y que siempre reacciona en su propio beneficio. También se debe tener presente que la naturaleza tiene sus plazos… hay que dejarla actuar, teniendo la seguridad de que “lo que no hace la naturaleza, no lo hace nadie”.

A menudo, el enfermo que inicia el tratamiento natural, consciente de sus ventajas, se deja llevar de cierto pesimismo porque no obtiene resultados fulminantes. En este caso, se le debe recordar que “la naturaleza no hace nada a saltos” y que es mejor ir lento, pero seguro.

Dr. Pedro Silva J.

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